De traductora a una de las primeras mujeres ordenadas en Armenia – La historia de Anna
En 2009, Anna Jara aceptó trabajar como traductora para un equipo de Trabajo y Testimonio Nazareno que viajaba a Armenia. Familiarizada con el cristianismo pero sin una relación personal con Jesús, Jara recuerda sin rodeos que solicitó el puesto, diciendo entre risas: "Sólo necesito un trabajo."
Poco podía imaginar que, 14 años más tarde, participaría en un momento histórico como una de las primeras mujeres ordenadas pastoras en Armenia.
Criada en una tradición diferente, Jara recuerda que conocía a Dios pero no tenía una relación con Él.
"No sabía nada de Jesús ni de la salvación", dijo Jara. "Ni siquiera he leído la Biblia".
Su primer día de trabajo como traductora de Trabajo y Testimonio la dejó sorprendida.
"Todo era muy extraño", dijo Jara. "La gente oraba... las canciones eran diferentes".
En las semanas siguientes, recuerda haber visto al equipo servir a Dios de maneras desconocidas, desafiando su percepción del cristianismo y de los cristianos.
El último día del viaje, un miembro del equipo se le acercó.
"El Señor puso algo en mi corazón", recuerda Jara lo que él le dijo. "Y no quiero que pienses que estoy loco".
El hombre lloraba y dijo que Dios le pedía que entrara en su vida como padre espiritual. Para Jara, que acababa de perder a su padre de un ataque al corazón, su amabilidad le sorprendió, pero esperaba que la promesa no se cumpliera. Una vez más, Dios la sorprendió. El nuevo conocido de Anna hizo honor a su palabra, conectando con ella a menudo y proporcionándole un lugar seguro donde arraigar su fe.
"Desarrollamos una bonita relación", afirma.
Su padre espiritual oraba con ella y por ella, la animaba y caminaba a su lado a medida que se acercaba al Señor. Su padre espiritual se empeñó en llamar y animar a Ana. La llamó un día, desafiándola a considerar en oración la posibilidad de tomar en serio al Señor en su vida - mencionando que el Señor tenía planes únicos para ella y su futuro. Jara recuerda la llamada como un momento crucial de cambio.
"Ese fue el momento en que empecé a tomarme en serio que algo diferente estaba ocurriendo en mi vida", dice Jara. "Creo que entonces el Señor empezó a obrar en mi corazón... y luego, poco a poco, el Señor empezó a llamarme para el ministerio".