Entonemos un nuevo cántico
Cada vez que los israelitas experimentaban una temporada en la que Dios hacía algo trascendental a su favor, ellos entonaban un nuevo cántico.
¡Bendito sea el Señor!
Canten al Señor un cántico nuevo,
alábenlo en la comunidad de los fieles.
(Salmo 149: 1)
Como pueblo de Dios en este Domingo de Resurrección, nos preparamos para celebrar la nueva vida que Jesús nos trae a todos. Incluso en medio de esta crisis global, estamos escribiendo una nueva canción. Cuando lleguemos al final de esta temporada de duelo y dolor, entonaremos un nuevo cántico, porque sabemos que Jesús ha resucitado de entre los muertos.
Este es el mensaje de esperanza que recibimos de un Dios vivo y amoroso. De las cenizas de la muerte y la desesperación, los primeros discípulos fueron testigos del poder de resurrección de Dios. Era hora de escribir una nueva canción; un comienzo del reino de Dios y una invitación a participar en la misión de Jesús en el mundo.
Con el salmista, entonemos el cántico de que las promesas de Dios son para todos nosotros: el SEÑOR "restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas." (Salmo 147:3). Unimos nuestras voces con el profeta Isaías, quien declaró el propósito de un Mesías venidero: "El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto,traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento.” (Isaías 61: 1-7).
Nuestro mundo necesita urgentemente el mensaje esperanzador de la resurrección y el poder y la promesa que este ofrece. Aun cuando nos afligimos por el dolor y el sufrimiento que vemos y experimentamos, sabemos que Jesús, el Siervo Sufriente, conoce nuestro dolor y está allí con nosotros. Este mismo Jesús, acompañó a María y Marta en la pérdida de su ser querido, y Jesús lloró, pero luego vino algo completamente inesperado: una nueva vida arrebatada del control de la muerte (Juan 11).
Y así, entonemos un nuevo cántico al Señor en este Día de Resurrección, y dejemos que nuestras voces hagan eco de este estribillo: ¡Cristo ha resucitado! Ciertamente, ¡Cristo ha resucitado!
Gracia y paz para todos,
Junta de Superintendentes Generales