Lluvias torrenciales causaron inundaciones el 31 de enero en las áreas de La Comuna y La Gasca en las cercanías de Quito, Ecuador. Este desastre natural dejó al menos 40 muertos, más de 20 heridos y cuantiosos daños a las viviendas de la zona.

Muchos miembros de la comunidad apoyaron con labores de limpieza y la Iglesia del Nazareno Restauración llevó 50 almuerzos para las víctimas y los voluntarios. Además, proporcionaron ropa y algunos alimentos no perecederos. El costo emocional para las víctimas del desastre fue obvio, por lo que la semana siguiente, los miembros de la iglesia regresaron para compartir la Palabra y orar con quienes habían perdido a sus familiares. También repartieron 240 desayunos.

“Cuando nuestras vidas sirven al Señor Jesús, siempre habrá lugares, personas o circunstancias en las que podamos ayudar a los demás”, dijo Rodrigo Aristizábal, líder del ministerio de evangelismo. “Marcos 1:29 nos dice cómo vemos el gran amor de Dios por la humanidad, y a pesar de todas las circunstancias adversas que podamos vivir, Él siempre nos moverá con misericordia para tenderle una mano a los necesitados”.

Los siguientes dos sábados, el 12 y 19 de febrero, los miembros de la iglesia volvieron a sumarse a la labor de servicio. Cada sábado se entregaron más de 100 desayunos a las familias más afectadas. Compartieron con grupos de jóvenes que necesitaban apoyo emocional y espiritual. Los voluntarios les hablaron del cuidado que Dios tiene por sus vidas y ayudaron a varios a aceptar a Cristo en sus corazones. Un total de 15 personas tomaron la decisión de entregar su vida al Señor en esos dos sábados. Los voluntarios también se comprometieron a regresar cada fin de semana para ayudar a continuar orando y discipulando a sus nuevos hermanos y hermanas en Cristo.

“Agradecemos todo el apoyo, por la comida, por los desayunos, por estar con nosotros desde el principio, por toda la ayuda espiritual, que es tan importante en momentos como estos”, dijo Lourdes Ortíz, una de las víctimas de la inundación. “Dios nos cuidó mucho y le agradecemos por estar vivos. Una casa bonita no importa si no tenemos a Dios”.

--Iglesia del Nazareno América del Sur